llegue a tu vera
cuando
remansado estabas,
eran
cristales tus aguas quedadas,
los
lirios del valle en ellos se miraban,
y yo,
a tu lado, tan pequeña me quedaba.
¡Quise
ser la garza que te sobrevolaba!
¡quise
ser el cauce que te abrazaba!
Quise
embeber la fuente
de
tu hermosura.
Río
Ebro.
El alma me robas,
con mirarte.
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